viernes, 7 de mayo de 2010

Confrontación Carrera Profesión.

El realizar este ejercicio de confrontación ha significado, para mí, una gran oportunidad para hacer un recuento de los acontecimientos más significativos de mi vida docente. Aún cuando este proceso reflexivo me ha dejado sentimientos encontrados, no tendré objeción en exponer a mis compañeros las vicisitudes de mi profesión. Así que, al grano.
Al terminar mis estudios de secundaria me enfrenté a una realidad: no había condiciones económicas para realizar estudios universitarios y la única posibilidad de continuar era la de estudiar para maestro. Así fue como ingresé a la escuela normal que en aquellos años sólo era de cuatro años para, posteriormente, enrolarme a las filas del magisterio.
Me inicié en la docencia en el año de 1979 como maestro de educación primaria en el Valle de México. En ese lugar tuve las primeras experiencias que me marcaron y me permitieron valorar la verdadera dimensión e importancia de ser maestro. Sin embargo, por problemas de carácter familiar hube de solicitar mi cambio para el estado de Guerrero. Fue así como dos años más tarde llegué a Zihuatanejo.
Por este tiempo ya me encontraba estudiando una licenciatura en lengua y literatura con miras a buscar una oportunidad de trabajo en educación secundaria. Afortunadamente esta oportunidad llegó pronto y para 1981 ingresé a la Escuela Secundaria Técnica 52 donde encontré condiciones para mi crecimiento como enseñante.
Así transcurrió mi vida docente, dedicada prácticamente a la educación secundaria, hasta que en 1995 recibí la invitación para trabajar en la Esc. Prep. Fed. Por Coop. “Nicolás Bravo”, debido a la creación de su turno vespertino. Ya aquí, sentí la necesidad de actualizarme, por lo que decidí realizar mis estudios de maestría en ciencias de la educación, situación que me permitió consolidarme profesionalmente.
Aunque desde el inicio reconozco que mi ingreso a la docencia no fue precisamente la vocación, debo señalar que fue en la práctica donde encontré el verdadero sentido de ser maestro. Fue el contacto con los niños y los adolescentes el que me permitió encontrar la felicidad que un enseñante debe experimentar al trabajar. Ese mismo estar bien es el que me ayuda a minimizar problemas y obstáculos que suelen presentarse.
Por otra parte, el ser profesor de EMS, tiene varias connotaciones para mí: Primero, significa dominar el campo disciplinar que trabajo y conocer los sustentos y contenidos del programa de estudios para orientar adecuadamente mi práctica; segundo, significa un desafío para desarrollar los conocimientos, las habilidades y las actitudes en los alumnos; tercero, significa un compromiso para que la formación propedéutica de los alumnos permita su ingreso a las escuelas superiores de su preferencia; cuarto, significa la obligación de participar en trayectos formativos para mi perfeccionamiento docente; quinto, significa un orgullo y una gran satisfacción por el trabajo que hago.
Con respecto a las retribuciones, creo que mi profesión me ha pagado con creces los esfuerzos realizados, por ejemplo: en el terreno del reconocimiento social, me siento ampliamente agradecido por mi trabajo en la ciudad y soy afortunado cuando al salir a la calle recibo muestras de aprecio de exalumnos, alumnos y padres de familia. En cuanto al desempeño profesional he recibido en dos de los cuatro últimos semestres un incentivo económico y un reconocimiento como profesor distinguido en una encuesta escolar; por tercer año consecutivo me fue entregado el reconocimiento al mérito académico que otorga la SEP y terminé el trayecto formativo de Carrera Magisterial en la categoría E. Aun cuando esto último fue a nivel secundaria, mucho ha contribuido a la mejora de mi práctica en la preparatoria.
Por último, reconozco que en el trabajo docente no todo es miel sobre hojuelas y que también tiene sus bemoles. Son tantas las variables que intervienen en la labor educativa (muchas de ellas fuera de la competencia del docente) que el trabajo se vuelve un verdadero desafío y, en muchas ocasiones, son motivo de insatisfacción. Yo, por ejemplo, lamento que por razones de tiempo no pueda involucrarme el conocimiento personal de mis alumnos, situación que me permitiría obtener mejores resultados; en otras ocasiones me siento impotente para orientar o aconsejar a los alumnos con respecto a su problemática personal o familiar que está impactando en su rendimiento académico; también es lamentable que, a pesar de que las Tic´s representan un formato extraordinario para hacer atractiva la clase, mi escuela no cuente con aulas digitalizadas; finalmente señalaré que es preocupante que en las escuelas del sistema por cooperación no exista la oportunidad de descarga académica para favorecer la investigación educativa que permita la transformación y mejora.
Benito Cabañas León.

1 comentario:

  1. Buenas noches Benito
    Es muy interesante tu relato, pero creo que al final, al igual que muchos compañeros aprendimos a querer nuestra profesión como profesores, ya que nos han dado muchas satisfacciones a lo largo de nuestra vida laboral en el magisterio.
    Me despido enviándote una felicitación por tus aportaciones y un caluroso saludo.
    María de Lourdes Caballero

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